Era una mujer que sentía mucha soledad. Aunque estuviera rodeada de gente y aun de mis seres queridos, sentía un gran vacío en mi corazón. También sentía temor a la muerte. Pensar en ese tema me agobiaba.
Un día una vecina seguidora de Isa me invitó para leer los libros que descendieron de Alá antes de Mohamed. Fue una experiencia maravillosa e inolvidable porque allí encontré el amor y cuidados de Alá para mi vida.
Entendí que Isa se sacrificó por mí y que solamente por Él hay salvación verdadera. Decidí someter mi vida a la voluntad de Alá y vivir en la senda recta que El ha establecido en Su Palabra.
Hoy siento paz y gozo. Ya no hay soledad ni temor porque el amor de Isa al-Masih llena mi corazón, y el Espíritu Santo guía mi vida cada día en el camino recto.
Esto es una palabra del Inyil que impactó mi vida: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20)
Fatma
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